Todo proceso de crecimiento, ya sea a lo largo de las etapas de la vida o durante una terapia, involucra en mayor o menor grado desarrollar la conciencia. De hecho, podríamos decir en verdad que la terapia busca introducir eso que llamamos conciencia justamente donde no la hay.
Podríamos decir que se trata de dos tipos de conciencia: en primer lugar hablamos de conciencia como un “darse cuenta” de las cosas. Las personas muchas veces vivimos en un estado de in-conciencia, lo cual nos lleva al sufrimiento porque no nos damos cuenta de que funcionamos de modo mecánico, es decir prisioneros del “estímulo-respuesta”. Frente a determinado estímulo, solemos responder instantáneamente a través de acciones, emociones y pensamientos inconscientes. Entonces, el primer trabajo que nos pone la terapia psicológica es el de ir rompiendo poco a poco dicha esclavitud. Si antes nos molestábamos porque el resto nos culpaba de sus problemas, si antes no podíamos evitar sentirnos atacados frente a una pregunta irónica o si nos deprimíamos al ver el día nublado, o si solíamos lacerarnos con pensamientos autodestructivos y críticas destructivas a nosotros mismos como “estúpido”, “imbécil”, “lo estás haciendo mal”, etc. cada vez que cometíamos un error, en todos estos casos introducimos la “cuña” de la conciencia entre el estímulo y la respuesta para descubrir y mirar con objetividad el mecanismo por el cual estamos reaccionando. Metemos la conciencia para observar el síntoma como si observáramos a un intruso. Al mismo tiempo, al ir tomando conciencia de nuestro funcionamiento patológico, vamos tomando conciencia de todo lo verdadero en nosotros, nuestro Ser o Yo auténtico detrás del observador. A este primer tipo de conciencia que logramos desarrollar le llamamos “conciencia de sí”
Un segundo tipo de conciencia la llamamos “conciencia para sí” y se refiere a hacernos concientes de qué significan las cosas para nosotros, para nuestro Ser auténtico. En otras palabras, nos referimos a dotar de significación y sentido nuestras vivencias. ¿Qué significa para mí que mi pareja me haya dejado? ¿Qué significó perder el trabajo? ¿Qué significó cumplir 30 ó 40 años? La significación de nuestra vida nos permite sentir que ésta nos pertenece, y al no existir significación de los eventos, pareciera ser como si nuestra vida le perteneciera a otros. Muchos nos hemos sentido a veces tomando conciencia de sí (el primer tipo de conciencia antes descrito) en medio de una vorágine de acontecimientos, para así darnos cuenta de que no sabemos cómo llegamos hasta allí, sintiéndonos no-dueños de nuestra vida, de nuestras reacciones y sentimientos. La falta de significación nos lleva a crear lo que comúnmente conocemos como “traumas”. Hacer significado verdadero de nuestra vida significa crear valores propios, no los que nos han impuesto. Significa descubrir que lo que nos ocurre no es el resultado de la suerte o el destino ciego, sino de elecciones que hemos hecho. Y, lo más importante, nos permite darnos cuenta de que tenemos el poder para elegir lo que queremos, e incluso, de elegir el significado de lo que nos ocurra. Y dicho significado siempre es bueno; por eso decimos que al significar las cosas logramos la comprensión, la armonía y el amor verdaderos. Cualquier significación destructiva o excluyente hacia nosotros o hacia nuestros semejantes, se funda en una falta de conciencia para sí. El único camino que se recorre cuando hacemos significación de nuestra vida, es aquel que nos confiere lograr la paz interior, la aceptación de la verdad y no, como a veces se cree, la resignación.
Estas son las dos conciencias que guían todo el trabajo en la terapia. El terapeuta se preocupará de que el paciente las ejercite, de momento en momento, a través de preguntas, confrontaciones, ejercicios, etc. Pero el trabajo de darse cuenta o significar corresponde a cada paciente. Conciencia de sí y conciencia para sí son las dos puntas de lanza que abren el camino de cualquier cambio psicológico auténtico.
Podríamos decir que se trata de dos tipos de conciencia: en primer lugar hablamos de conciencia como un “darse cuenta” de las cosas. Las personas muchas veces vivimos en un estado de in-conciencia, lo cual nos lleva al sufrimiento porque no nos damos cuenta de que funcionamos de modo mecánico, es decir prisioneros del “estímulo-respuesta”. Frente a determinado estímulo, solemos responder instantáneamente a través de acciones, emociones y pensamientos inconscientes. Entonces, el primer trabajo que nos pone la terapia psicológica es el de ir rompiendo poco a poco dicha esclavitud. Si antes nos molestábamos porque el resto nos culpaba de sus problemas, si antes no podíamos evitar sentirnos atacados frente a una pregunta irónica o si nos deprimíamos al ver el día nublado, o si solíamos lacerarnos con pensamientos autodestructivos y críticas destructivas a nosotros mismos como “estúpido”, “imbécil”, “lo estás haciendo mal”, etc. cada vez que cometíamos un error, en todos estos casos introducimos la “cuña” de la conciencia entre el estímulo y la respuesta para descubrir y mirar con objetividad el mecanismo por el cual estamos reaccionando. Metemos la conciencia para observar el síntoma como si observáramos a un intruso. Al mismo tiempo, al ir tomando conciencia de nuestro funcionamiento patológico, vamos tomando conciencia de todo lo verdadero en nosotros, nuestro Ser o Yo auténtico detrás del observador. A este primer tipo de conciencia que logramos desarrollar le llamamos “conciencia de sí”
Un segundo tipo de conciencia la llamamos “conciencia para sí” y se refiere a hacernos concientes de qué significan las cosas para nosotros, para nuestro Ser auténtico. En otras palabras, nos referimos a dotar de significación y sentido nuestras vivencias. ¿Qué significa para mí que mi pareja me haya dejado? ¿Qué significó perder el trabajo? ¿Qué significó cumplir 30 ó 40 años? La significación de nuestra vida nos permite sentir que ésta nos pertenece, y al no existir significación de los eventos, pareciera ser como si nuestra vida le perteneciera a otros. Muchos nos hemos sentido a veces tomando conciencia de sí (el primer tipo de conciencia antes descrito) en medio de una vorágine de acontecimientos, para así darnos cuenta de que no sabemos cómo llegamos hasta allí, sintiéndonos no-dueños de nuestra vida, de nuestras reacciones y sentimientos. La falta de significación nos lleva a crear lo que comúnmente conocemos como “traumas”. Hacer significado verdadero de nuestra vida significa crear valores propios, no los que nos han impuesto. Significa descubrir que lo que nos ocurre no es el resultado de la suerte o el destino ciego, sino de elecciones que hemos hecho. Y, lo más importante, nos permite darnos cuenta de que tenemos el poder para elegir lo que queremos, e incluso, de elegir el significado de lo que nos ocurra. Y dicho significado siempre es bueno; por eso decimos que al significar las cosas logramos la comprensión, la armonía y el amor verdaderos. Cualquier significación destructiva o excluyente hacia nosotros o hacia nuestros semejantes, se funda en una falta de conciencia para sí. El único camino que se recorre cuando hacemos significación de nuestra vida, es aquel que nos confiere lograr la paz interior, la aceptación de la verdad y no, como a veces se cree, la resignación.
Estas son las dos conciencias que guían todo el trabajo en la terapia. El terapeuta se preocupará de que el paciente las ejercite, de momento en momento, a través de preguntas, confrontaciones, ejercicios, etc. Pero el trabajo de darse cuenta o significar corresponde a cada paciente. Conciencia de sí y conciencia para sí son las dos puntas de lanza que abren el camino de cualquier cambio psicológico auténtico.
Muy buen texto, te felicito...yo estoy estudiando psicologia asiq termino de firmar y sigo leyendo..te agrego como seguidor tambien!
ResponderEliminarBueno espero q puedas seguir subiendo cosas, saludos!