Cuando hablamos de sexualidad o, más específicamente, de problemas sexuales, lo hacemos siempre pensando en un solo tipo de sexualidad, aquella que suponemos es la única. Y no nos referimos acá a las distintas preferencias sexuales como ser hétero u homosexual. Tampoco a la identidad sexual en lo que respecta a sexualidad masculina, femenina o gay. Señalamos más bien un tipo de sexualidad que básicamente cumple con los parámetros de “sexualidad para satisfacer la necesidad de descarga"; una sexualidad que podríamos denominar “orgásmica” ya que pone como fin la descarga de la energía a través de lo que conocemos como orgasmo.
Para muchos resulta revolucionario y novedoso que pueda haber una forma de sexo que no contemple llegar al orgasmo convencional y que incluso lo evite conscientemente. Algunos de nosotros alguna vez oímos de monjes chinos o tántricos que hacían el amor durante horas sin eyacular, y la verdad es que nos parece más que increíble.
Estamos a las puertas en el s. XXI de comprender que la forma que tenemos de comprender y de vivir la sexualidad hoy en día no tiene por qué ser la única, ni la mejor desde el punto de vista de nuestras relaciones de pareja. En la actualidad vemos cómo las estadísticas de separaciones aumentan día a día, por problemas sexuales o afectivos; frente a ello no se trata de encontrar más o mejor sexo, como piensa la mayoría, sino de cambiar el enfoque, fuera de la lógica acostumbrada
En la terapia sexual de pareja es imprescindible incorporar el concepto de “flujo energético sexual” o más simple aún, de “manejo de la energía sexual”. Algunas personas piensan que se trata de prácticas complicadas, inalcanzables o displacenteras; otras están seguras de que uno no puede ponerse a controlar algo tan natural como el sexo. En ambos casos están equivocados, ya que aprender a conocer y manejar la propia energía sexual puede conducirnos a una mayor plenitud y en definitiva más placer sexual mutuo. Y aquello es posible de lograr a través de métodos sencillos; nada que vulnere o dañe la relación con el otro sino que la potenciará. El prejuicio contra el control de la energía es igualmente falso, ya que este control no es sinónimo de represión; controlar nos lleva a canalizar y aprovechar esa energía al servicio de la pareja. En el arte del amor sexual, como cualquier arte, el dominio de la técnica nos lleva a disfrutar más; nunca a restar espontaneidad a nuestras relaciones.
La terapia sexual sobre la base de la sexualidad transorgásmica nos enseña cómo estar más unido y conectado en pareja. Nos enseña a conocer nuestro cuerpo, sensaciones y reacciones fisiológicas. Aprendemos y practicamos ejercicios de respiración y control muscular que nos permiten hacer circular la energía, y aprovecharla para nuestra salud física y espiritual. De una manera integral vamos superando problemas como impotencia, eyaculación precoz, deseos insatisfechos y frustración emotivo-sexual. Abordamos también temas psicológicos dentro de la relación; aprendemos a conocernos emocionalmente y aprendemos técnicas de inteligencia emocional que nos permiten desarrollar al “ser-en-pareja” que todos llevamos dentro.
Para muchos resulta revolucionario y novedoso que pueda haber una forma de sexo que no contemple llegar al orgasmo convencional y que incluso lo evite conscientemente. Algunos de nosotros alguna vez oímos de monjes chinos o tántricos que hacían el amor durante horas sin eyacular, y la verdad es que nos parece más que increíble.
Estamos a las puertas en el s. XXI de comprender que la forma que tenemos de comprender y de vivir la sexualidad hoy en día no tiene por qué ser la única, ni la mejor desde el punto de vista de nuestras relaciones de pareja. En la actualidad vemos cómo las estadísticas de separaciones aumentan día a día, por problemas sexuales o afectivos; frente a ello no se trata de encontrar más o mejor sexo, como piensa la mayoría, sino de cambiar el enfoque, fuera de la lógica acostumbrada
En la terapia sexual de pareja es imprescindible incorporar el concepto de “flujo energético sexual” o más simple aún, de “manejo de la energía sexual”. Algunas personas piensan que se trata de prácticas complicadas, inalcanzables o displacenteras; otras están seguras de que uno no puede ponerse a controlar algo tan natural como el sexo. En ambos casos están equivocados, ya que aprender a conocer y manejar la propia energía sexual puede conducirnos a una mayor plenitud y en definitiva más placer sexual mutuo. Y aquello es posible de lograr a través de métodos sencillos; nada que vulnere o dañe la relación con el otro sino que la potenciará. El prejuicio contra el control de la energía es igualmente falso, ya que este control no es sinónimo de represión; controlar nos lleva a canalizar y aprovechar esa energía al servicio de la pareja. En el arte del amor sexual, como cualquier arte, el dominio de la técnica nos lleva a disfrutar más; nunca a restar espontaneidad a nuestras relaciones.
La terapia sexual sobre la base de la sexualidad transorgásmica nos enseña cómo estar más unido y conectado en pareja. Nos enseña a conocer nuestro cuerpo, sensaciones y reacciones fisiológicas. Aprendemos y practicamos ejercicios de respiración y control muscular que nos permiten hacer circular la energía, y aprovecharla para nuestra salud física y espiritual. De una manera integral vamos superando problemas como impotencia, eyaculación precoz, deseos insatisfechos y frustración emotivo-sexual. Abordamos también temas psicológicos dentro de la relación; aprendemos a conocernos emocionalmente y aprendemos técnicas de inteligencia emocional que nos permiten desarrollar al “ser-en-pareja” que todos llevamos dentro.
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