¿Qué son las neurosis? ¿Qué es un neurótico? Estas son preguntas que vale la pena poder responder de modo sencillo, sin recurrir a la terminología médica o psicológica que a veces nos confunde.
Es importante ser prácticos y tener en cuenta, no los casos extremos y únicos que uno ve en los hospitales o en las películas, sino lo que uno ve en su vida cotidiana.
A menudo nos han llamado neuróticos casi como una forma de ofensa, pero hemos quedado ignorantes de su significado.
A decir verdad no existe una única manera de entender qué queremos decir con esa palabra. Ni siquiera los psicólogos hemos podido llegar a un consenso que deje satisfechos a todos.
Quisiera eso si, recurrir a una definición que alguna vez leí en un libro antiguo cuyo nombre no recuerdo, pero la definición resulta ser muy descriptiva y útil. Neurótico –dice- es una persona que teniendo un talento es incapaz de aprovecharlo, por una causa psicológica. Podríamos igualmente hablar de complejos, de trancas personales, o del “software mental” que esa persona viene reforzando desde la infancia. Sin embargo la definición es muy ilustrativa ya que todos nosotros hemos conocido personas, incluso a veces nosotros mismos, que pese a poseer grandes talentos y virtudes, las desaprovechamos y nos vemos entrampados en mil cosas, a veces de poca importancia. Podemos ver grandes artistas frustrados, deportistas que nunca creyeron sí mismos, o personas aparentemente exitosas en algún área de la vida pero con grandes fracasos en otras. Gente famosa o millonaria con graves conflictos familiares, relaciones deshechas, gente muy espiritual pero con graves trastornos en lo laboral, etc. La lista de ejemplos es interminable.
De modo que la neurosis, en la práctica, es una imposibilidad de desarrollarnos y cuyo resultado emocional es el sufrimiento.
Desde un punto de vista más psicológico, decimos que la persona posee una estructura, una manera de moverse en el mundo que es rígida, desadaptada desde el punto de vista de su organicidad. Cuando hablamos de estructura psíquica hablamos de algo que se ha ido formando con los años, como si fuera un nido, o como si nosotros mismos hubiésemos ido tejiendo nuestra propia ropa alrededor. El problema es que ese nido o esa ropa, puede impedirnos el desarrollo. Imaginemos alguien que llega a adulto usando la misma ropa que usaba de niño. Naturalmente le queda apretada, puede que no pueda moverse, que le estrangule o le atrofie alguna extremidad, etc. Una estructura psíquica puede ser tan neurótica como eso. Finalmente enfermamos. La persona no logra encontrarse con su propio equilibrio ecológico.
En el tratamiento a las neurosis, las distintas terapias hacen distintos énfasis. Algunos intentan simplemente aflojar la estructura haciendo que tomemos conciencia de ésta. Otros intentan dilucidar las causas en el pasado que la originaron; otros intentan que la persona descubra sus virtudes y potencialidades para así sentirse motivados a cambiar.
Lo común a todas ellas es que en todas finalmente se reconoce el hecho de que podemos influir sobre nuestra estructura. No estamos condenados de por vida a sufrir con una neurosis. De hecho cuando los psicólogos hablamos de “neurótico” no nos referimos a la persona en sí que hay detrás, sino a la condición, tal como se tratara de la ropa o el rol de la persona. Con eso sabemos que cada persona es siempre más que su neurosis, y la terapia es la aventura donde podemos descubrirlo.
Es importante ser prácticos y tener en cuenta, no los casos extremos y únicos que uno ve en los hospitales o en las películas, sino lo que uno ve en su vida cotidiana.
A menudo nos han llamado neuróticos casi como una forma de ofensa, pero hemos quedado ignorantes de su significado.
A decir verdad no existe una única manera de entender qué queremos decir con esa palabra. Ni siquiera los psicólogos hemos podido llegar a un consenso que deje satisfechos a todos.
Quisiera eso si, recurrir a una definición que alguna vez leí en un libro antiguo cuyo nombre no recuerdo, pero la definición resulta ser muy descriptiva y útil. Neurótico –dice- es una persona que teniendo un talento es incapaz de aprovecharlo, por una causa psicológica. Podríamos igualmente hablar de complejos, de trancas personales, o del “software mental” que esa persona viene reforzando desde la infancia. Sin embargo la definición es muy ilustrativa ya que todos nosotros hemos conocido personas, incluso a veces nosotros mismos, que pese a poseer grandes talentos y virtudes, las desaprovechamos y nos vemos entrampados en mil cosas, a veces de poca importancia. Podemos ver grandes artistas frustrados, deportistas que nunca creyeron sí mismos, o personas aparentemente exitosas en algún área de la vida pero con grandes fracasos en otras. Gente famosa o millonaria con graves conflictos familiares, relaciones deshechas, gente muy espiritual pero con graves trastornos en lo laboral, etc. La lista de ejemplos es interminable.
De modo que la neurosis, en la práctica, es una imposibilidad de desarrollarnos y cuyo resultado emocional es el sufrimiento.
Desde un punto de vista más psicológico, decimos que la persona posee una estructura, una manera de moverse en el mundo que es rígida, desadaptada desde el punto de vista de su organicidad. Cuando hablamos de estructura psíquica hablamos de algo que se ha ido formando con los años, como si fuera un nido, o como si nosotros mismos hubiésemos ido tejiendo nuestra propia ropa alrededor. El problema es que ese nido o esa ropa, puede impedirnos el desarrollo. Imaginemos alguien que llega a adulto usando la misma ropa que usaba de niño. Naturalmente le queda apretada, puede que no pueda moverse, que le estrangule o le atrofie alguna extremidad, etc. Una estructura psíquica puede ser tan neurótica como eso. Finalmente enfermamos. La persona no logra encontrarse con su propio equilibrio ecológico.
En el tratamiento a las neurosis, las distintas terapias hacen distintos énfasis. Algunos intentan simplemente aflojar la estructura haciendo que tomemos conciencia de ésta. Otros intentan dilucidar las causas en el pasado que la originaron; otros intentan que la persona descubra sus virtudes y potencialidades para así sentirse motivados a cambiar.
Lo común a todas ellas es que en todas finalmente se reconoce el hecho de que podemos influir sobre nuestra estructura. No estamos condenados de por vida a sufrir con una neurosis. De hecho cuando los psicólogos hablamos de “neurótico” no nos referimos a la persona en sí que hay detrás, sino a la condición, tal como se tratara de la ropa o el rol de la persona. Con eso sabemos que cada persona es siempre más que su neurosis, y la terapia es la aventura donde podemos descubrirlo.
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