viernes, 1 de mayo de 2009

El valor de los Ritos




Desde la antigüedad, los ritos han ocupado un papel importante para el ser humano. Quienes han estudiado las distintas culturas en toda época y lugar saben que no existe ninguna en que los ritos hayan estado ausentes. La excepción aparente parece ser el mundo moderno de nuestra sociedad occidental, y decimos aparente porque lo que ha desaparecido es el rito como tal, el rito asociado a la religión y a los valores tradicionales, pero en su lugar han aparecido diversas manifestaciones que en gran medida podrían ser considerados ritos. Esto ocurre porque, a pesar de que en nuestro intento por dominar la vida a través de la razón que todo lo despoja de magia y encantamiento, la necesidad primordial de hacer ritos permanece en nuestro subconsciente y se sigue expresando por las más diversas vías. En ese sentido podríamos considerar ritos todas las acciones simbólicas, desde partidos de fútbol donde la gente se junta semanalmente aclamando a un equipo, hasta un simple brindis que uno hace junto a un grupo de amigos, o el tradicional asado. Lo interesante parece ser que no todos estos ritos cumplen con una función positiva al permitir el desarrollo de la persona y de la sociedad; algunos ritos pueden ser negativos y hasta destructivos para sus propios participantes. Es aquí donde conviene reflexionar sobre para qué sirven en verdad los ritos o, mejor dicho, qué importancia ocupan en nuestras vidas.
Para comprender su función, es necesario entender cuál es la condición del hombre actual, en relación a la que tenía el hombre antiguo frente a la naturaleza, y su propia naturaleza, por ejemplo, que vendría a estar representada por todo lo no racional, lo que no depende del control voluntario y consciente que ejerce la razón. Con esta naturaleza presente en cada ser humano nos referimos al cuerpo, los instintos y las emociones. Son éstos los que operan de puente entre la naturaleza exterior y nosotros mismos. Hoy sabemos que necesitamos tener un equilibrio entre los seres humanos y la naturaleza. En una persona o sociedad sana, se cultiva la relación con la naturaleza, no sólo la exterior sino la interior, emocional, instintiva o como queramos llamarla. Con esto queremos destacar la principal función de los ritos desde la antigüedad hasta hoy, que es ayudar a la preservación de ese equilibrio, al permitir una comunicación entre la naturaleza, el ser humano y sus instintos. En los ritos importa mucho que el cuerpo y las emociones participen. La gente se mueve, grita, baila, o realizan acciones de cualquier tipo. En los ritos vemos a las personas no como simples espectadores sino como participantes. Eso asegura que el ser humano tome contacto con su naturaleza como un todo. Tanto el cuerpo como la mente como el espíritu participan. Al finalizar el rito es muy importante que las personas hayan logrado integrar el significado del rito; es imprescindible que esa intensa experiencia emocional o corporal pueda ser simbolizada de alguna manera, que los participantes se lleven aquello para la casa.
Los ritos colectivos de la antigüedad permitían trascender los límites estrechos del yo o del individuo; cada participante se sentía parte de un todo, de una comunidad, tribu o país. Era una manera de superar la separación a la que nos condena el ser conscientes de nuestra individualidad. Si hacernos conscientes de nuestra individualidad o de nuestra libertad, como decía Sartre, nos hace sentir solos y angustiados, los ritos positivos nos devuelven la sensación de ser parte de algo, simbólicamente hablando.
Por el contrario, existen ritos cuyo fin positivo no se cumple. Son meros intentos de lograr un símbolo o significado común. La psicología jungiana los llama “ritos profanos” o “negativos” y tienen un carácter compulsivo. Esencialmente se trata de ritos donde participan igualmente el cuerpo y las emociones, pero donde al final la gente se retira sin hacer una significación del evento. No existe símbolo alguno; más bien se trata de “síntomas” nada más. Por ejemplo, ir a ver un partido de fútbol puede ser una actividad donde sólo vayamos a descargar energía. En el momento de máxima intensidad en que nos sentimos parte de un todo, de un mar de gente aclamando al equipo campeón, se desata la violencia, todos gritan, se apedrean y terminan trenzados en una batalla. En ese rito, la gente pierde la conciencia y la energía del inconsciente no puede ser canalizada creativamente: el yo sucumbe ante la actividad del inconsciente. El resultado es mayor confusión y mayor sensación de angustia y separación. Todos hemos tenido experiencias donde hemos sucumbido antes ritos negativos, por ejemplo, terminar borrachos después de una fiesta sin recordar nada, habiendo tenido una noche de sexo sin hallarle algún significado al día siguiente, haber participado en una riña callejera tonta, etc. Incluso hasta en los ritos más simples necesitamos poder simbolizar un significado. Por ejemplo, ¿qué sería de una celebración donde nadie hace un brindis o dedica alguna palabra a la ocasión? ¿Qué sería de una noche romántica sin decir o expresar algún sentimiento? ¿Qué sería de un encuentro o una despedida sin hacer el saludo o la venia correspondiente? Todos esos son símbolos, sin una función material, pero adquieren una importancia que podríamos llamar “espiritual” o “existencial”
Ante la ausencia de ritos positivos la gente comienza a crear ritos neuróticos, negativos, y un ejemplo de éstos son las adicciones. Toda adicción involucra estimular el cuerpo y los sentidos, tal como los hace el rito positivo, pero con la diferencia de que la persona no es consciente de lo que hace y sucumbe a la actividad del inconsciente. Toda la energía que emplea a diario en su adicción es una energía que no está disponible para su uso creativo. En vez de potenciarlo en su desarrollo, sólo contribuye a agravar más su sentimiento de vacío y confusión.
La terapia psicológica en sí constituye un rito positivo, donde el paciente y terapeuta participan por igual. A lo largo de las sesiones, es posible para el paciente encontrar el significado perdido a sus conductas y síntomas, superando las adicciones, la confusión y el dolor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario