Se trata de trastornos caracterizados porque el paciente no logra tener una respuesta sexual adecuada, lo que le genera mucha frustración. A muy grandes rasgos, son estados angustiosos de mucha ansiedad donde el paciente siente que no logra rendir como quisiera (eyaculación precoz, impotencia, entre los más comunes), y/o también estados donde la emoción o la experiencia de placer o de la excitación se haya inhibida, bloqueada (falta de deseo, anorgasmia, etc.).
Lo que suele ocurrir, normalmente, es que la gran mayoría de estos problemas son de origen psicológico, es decir no tienen alguna causa orgánica que los explique. En ese sentido, deberíamos decir –como yo usualmente les señalo a quienes consultan- que “los problemas sexuales rara vez son sexuales”. Esto quiere decir que la causa de la disfunción se haya más bien en alguna situación emocional no resuelta en la vida del paciente, ya sea en su historia personal, o en su relación de pareja.
La sexualidad es un área muy compleja que a la vez es muy sensible. Cualquier situación o conflicto, actual o pasado, puede afectarla.
Por ejemplo, en los casos de falta de deseo –muy comunes entre las mujeres sobre todo- a menudo uno observa que el (la) paciente ha tenido una historia dolorosa y difícil (de exclusión, abandono, postergación, lucha, esfuerzo, etc.) frente a la cual ha tenido que hacerse el (la)“fuerte”. Y ese mismo endurecerse le ha generado al mismo tiempo “des-sensibilizarse” frente al propio placer. Si las situaciones vividas son muy dolorosas, una manera de sobre llevarlas es “des-sensibilizarse”, o sea, negar que se sufre o racionalizar el sufrimiento, o bajarle el perfil. Los casos en que la sujeto tiene depresión a menudo inciden también sobre una pérdida del deseo, un estar “menos disponible” para la pareja. La relación conflictiva con la madre puede generar que ella haya creado una autoestima baja en su “ser mujer”. Este conflicto puede llevarla a sentir poco placer en el sexo y a darle cada vez menos importancia, lo que podría explicar la baja del deseo.
La eyaculación precoz, por su parte, es un trastorno muy común entre los hombres. A menudo su causa remite a la infancia, donde el sujeto experimentó una madre fuerte, distante y exigente, a cual nunca se podía complacer suficientemente. Esto generó una angustia inexplicable en el sujeto y sensación de impotencia. De adulto busca inconscientemente una mujer fuerte como su madre a la que intenta complacer. En la medida en que se enamora de ella, va renunciando a su poder como hombre hasta quedar como un “niño” a merced de ella. Y en la medida que esto ocurre va desarrollándose el trastorno. En el terreno sexual se siente ansioso, exigido. Hay una lucha de poder donde su mujer –siendo similar a la madre de él-constantemente lo degrada, criticándole, comparándole con otros hombres, o simplemente recalcándole su incapacidad sexual (lo cual agrava más la angustia de este sujeto). A menudo es ella quien le exige ir a terapia y quien constantemente le está preguntando todos los detalles sobre el avance de ésta.
En fin, los casos que he descrito sin duda son comunes en la clínica, mas no quiere decir que sean las únicas causas a estos trastornos, ni los únicos trastornos que podríamos señalar. Sólo son ejemplos para mostrar cómo la dinámica individual o de pareja, y el pasado del sujeto, pueden estar expresándose a través de un síntoma sexual.
Una de las dificultades más grandes a la hora de abordar estos problemas es que muchas veces el sujeto es completamente inconsciente de que se trata de un problema no-sexual. Creen que con ejercicios o pastillas pueden solucionar rápidamente lo que les aqueja. A menudo piensan que 1 ó 2 sesiones bastan, y la psicoterapia es un proceso que requiere tiempo.
Es cierto que es bueno complementar con ejercicios. Por ejemplo, existen muchos ejercicios de respiración, relajación y control muscular que pueden ser puestos en práctica. Estos ejercicios –muchos de ellos sacados de técnicas taoístas como el “Kung Fu Sexual”- ayudan mucho a la hora de la práctica. No obstante suelen ser insuficientes por sí solos.
Muchas de estas terapias involucran a la pareja. No en todas las sesiones, pero regularmente, es bueno tener su presencia, para directamente poder tratar aspectos propios de la relación.
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